miércoles, 4 de agosto de 2010

GLOBALIZACION

La globalización:

sus efectos y bondades

 
 
El presente ensayo, hace un análisis acerca de la globalización y sobre ¿cuál será el

impacto de la globalización en la vida económica, política, social, cultural de los

países latinoamericanos y cuál será el impacto sobre los valores y creencias de estas

poblaciones? La respuesta a estas preguntas no se sabe con certeza, pero una

consideración filosófica como la que se presenta aquí puede ser útil. Es probable que

las sociedades menos desarrolladas serán las menos preparadas para enfrentar

todos los cambios bruscos e imprevisibles que promete la globalización con seguridad.

Igualmente, dos cuestiones aparecen como claves en esta visión de la globalización:

el concepto de interdependencia —que oculta los procesos de explotación, dominación

y apropiación presentes en la lógica del capital mundial—, y el quedarse en la forma

de manifestación del fenómeno o proceso sin interesarse por los actores políticos y

económicos que lo impulsan, en este caso las multinacionales, los estados desde los

que se impulsan globalmente y los organismos e instituciones supranacionales, que

actúan en el ámbito mundial como garantes y creadores de consenso para las

medidas económicas y políticas que acompañan a la globalización neoliberal.
 
 
La globalización es un fenómeno reciente, que marcará profundamente el futuro

económico del mundo, y que afectará a los países en desarrollo de una manera

decisiva. Muchos autores y pensadores sobre el destino de la civilización, han venido

repitiendo incesantemente que el mundo se está acercando cada vez más, que las

comunicaciones van a tener un gran impacto en los patrones de vida de los países,

que el acceso a la información va a determinar el desarrollo de las naciones, que el

mundo se ha transformado en una aldea global y que el conocimiento será el mayor

recurso de las naciones.

La realidad, es que la globalización económica ya no es una teoría, o un posible

camino de la economía y el mercado, sino un hecho concreto que está cambiando

por completo las estrategias económicas de todas las naciones, redefiniendo las

relaciones internacionales y creando nuevos y poderosos patrones culturales.

El propósito económico que inspiró la globalización es, sin lugar a duda, el de

crecimiento económico de la clase empresarial, pero no hay evidencia de que la

cuestión de desarrollo del ser humano tiene parte importante en el movimiento,

ahora precipitadamente a flote en todas partes del mundo. Como tal, la globalización

puede ser una buena estrategia para la acumulación de riquezas, pero esas riquezas

son ante todo para unos pocos y no integra ninguna política proyectada para el

desarrollo integral de una comunidad o una población.

Pero ¿de qué se está hablando cuando se menciona el término “globalización”? Dice

JUAN CARLOS TEDESCO:

“Al estar basada fundamentalmente en la lógica económica y en la expansión del

mercado, la globalización rompe los compromisos locales y las formas habituales de

solidaridad y de cohesión con nuestros semejantes. Las élites que actúan a nivel

global tienden a comportarse sin compromisos con los destinos de las personas

afectadas por las consecuencias de la globalización. La respuesta a este

comportamiento por parte de los que quedan excluidos de la globalización es el

refugio en la identidad local donde la cohesión del grupo se apoya en el rechazo a los

‘externos’1.

Así, la cuestión central del modelo “globalización” parece ser, si los países

latinoamericanos pueden alcanzar un proceso de desarrollo integral mientras

persiguen un proceso de puro crecimiento, o si tendrán que buscar otro modelo para

asegurarse de un progreso más auténtico.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) la define como “la interdependencia económica

creciente en el conjunto de los países del mundo, provocada por el aumento del

volumen y de la variedad de las transacciones transfronterizas de bienes y servicios,
 
II. Globalización: un término internacionalizado

El término globalización comprende un proceso de creciente internacionalización o

mundialización del capital financiero, industrial y comercial, nuevas relaciones

políticas internacionales y la aparición de la empresa transnacional que a su vez

produjo —como respuesta a las constantes necesidades de reacomodo del sistema

capitalista de producción— nuevos procesos productivos, distributivos y de consumo

deslocalizados geográficamente, una expansión y uso intensivo de la tecnología sin

precedentes. De cierta manera el movimiento es antagonista al comercio internacional.

Lo que se exporta hoy en día no son sólo los productos manufacturados, sino el

capital y las ganancias. Y esta pérdida de ganancias también es una pérdida de

capital, lo que más empobrece a un país es la fuga de sus inversiones al exterior. El

país que recibe la inversión se beneficia de los salarios de los empleados y, en

algunos casos una actividad comercial secundaria; pero las ganancias se reservan

por los dueños, en forma de capital para inversión en otras partes. General Motors

anteriormente fabricaba sus vehículos en Detroit y Oshawa y los vendían en todas

partes del mundo. Hoy tienen sus fábricas en cualquier parte del mundo en donde

han encontrado una mano de obra calificada, dócil y barata.
 
III. Efectos de la globalización

Varios estudios han concluido que la globalización ha beneficiado tanto a los países

pobres como a los países ricos. Pero tales estudios tradicionalmente no se interesan

en los índices de desarrollo integral, sino en cifras sobre actividad comercial global

e ingresos totales. Y lo que no se calcula, principalmente en los estudios es el

2 CALVO, JUAN: Globalización revista Web mensual de economía, Sociedad y Cultura - ISSN 1605-5519.

Fundación Universidad Autónoma de Colombia

LA GLOBALIZACIÓN: SUS EFECTOS Y BONDADES 69

impacto provocado por el cambio de los agentes de control del comercio de la esfera

local a la internacional, donde los que toman las decisiones no son políticos

responsables a los electorados. Son más bien los que administran las bancas de

capital, naturalmente con su interés principal en realizar ganancias sobre sus

amplias inversiones. Es decir, no son representativos del pueblo y tampoco no son

responsables al pueblo, ni son fácilmente asequibles por el público; supone sólo que

siempre se encontrarán lejos de la vista del público, refugiados en las pequeñas

salas de juntas de las distintas capitales del mundo empresarial.

Por el carácter poderoso que posee el capital entre un mundo sumamente materialista,

imprevisor y ciego a los valores humanos y espirituales, un capitalismo cada vez más

prepotente por la caída del comunismo y la obsequiosidad de los líderes políticos,

la gente de todas las clases sociales y en todas partes del mundo se ve resignada y

conforme con las intenciones de los que manejan estos grandes capitales. Como tal,

los intereses de las poblaciones regionales y locales, se ven más y más desplazados

fuera de las comunidades local y nacional hacia el exterior del país, alejándose cada

vez más del alcance de la pobre e impotente población local.

El sociólogo MANUEL CASTELLS, en su análisis sobre la era de la información, ofrece un

panorama de la economía, la sociedad y la cultura contemporáneas como resultado

de la pérdida de la legitimación nacional. De acuerdo a su análisis, el estado-nación,

para sobrevivir a su crisis de legitimidad, cede poder y recursos a los gobiernos

locales y regionales y pierde capacidad para igualar los intereses diferentes y

representar el “interés general”. Según CASTELLS,

“...lo que comenzó como un proceso de relegitimación del estado, mediante el paso

del poder nacional al local, puede acabar profundizando la crisis de legitimación del

estado nación y la tribalización de la sociedad en comunidades construidas en torno

a identidades primarias”3.

Con la presencia de estos grandes sistemas globales, es natural que haya una cierta

pérdida de autonomía local. Como manifestación del despojo de poder político de los

países pobres, se nota la tendencia de funcionarios y políticos a sucumbir ante la

tentación de dar concesiones e incentivos a los inversionistas en cambio de ciertas

gratificaciones, tanto en los países industrializados como en los en vías de

desarrollo. La creación de condiciones favorables para la inversión, la compra de

valores y la extracción de ganancias, sobre todo de las empresas públicas que, por

su poca rentabilidad, padezcan de escasez de capital, dejan los políticos susceptibles

a sobornos y grandotas maniobras de corrupción, muy difíciles de detectar. Y los

posibles beneficios financieros y políticos también son grandes porque las cantidades

de las inversiones en juego son generalmente enormes.


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